martes, 25 de enero de 2011

Haz Patria. ¿Mata a un Chilango?

“¿En que se parece un chilango buena onda a Santa Claus? Pues en que ninguno de los dos existen, dice un chiste bajacaliforniano. Piezas parecidas pueden escucharse en todas partes y fortalecen el estereotipo del chilango: altanero, arrogante, con presunciones de sabelotodo, servil con los de arriba e indolente con los de abajo.”


“El chilango, en algunas partes, no es necesariamente aquel nacido en el Distrito Federal sino el que asume estas conductas.”


“Chilango es el habitante de la ciudad más grande del mundo, por lo general se le llama

"Chilango", pero eso por la actitud, puesto que ser chilango es sinónimo de persona conflictiva”


“Chilango, viene desde el tiempo de los mexicas, con sus obvias transformaciones, los de los pueblos aledaños, les decían así a los mexicas porque éstos cuando iban a vender o comprar mercancías y solo llevaban chiles para comer."


“Chilangos son los que son nacidos en la provincia y se han ido a la capital a radicar y después regresan aunque sea de visita, y hacen sentir mal a la gente de allá, "quesque" porque ahora son superiores o les fue bien.”


“Los chilangos son los que viven en el estado de México y los Defeños en el Distrito Federal.” ( o_O)


Nací en el Distrito Federal, soy Chilango o Defeño. También soy hijo de un Chiapaneco lo cual por ende me debería de convertir en un “Chilanpaneco” pero al final de todo soy Mexicano.


Durante gran parte de mi vida me la pase viajando a Chiapas con mi familia, viajes por carretera que parecían interminables, pesadísimos, pero llenos de recuerdos fascinantes: Nos deteníamos a bañarnos en los ríos, estirábamos las piernas, dormíamos en Hoteles Embrujados, desayunábamos al lado de la carretera y todo valía la pena cuando todavía en el vocho veíamos el letrero de “La Chinita Long” (Tienda) la cual era señal de que habíamos llegado… estábamos en casa.


Cuenta mi mamá que cuando era solo un chicuelo y llegábamos por fin a la casa de mi abuelita en “Chanona” (Situado en el municipio de Villaflores, Chiapas) lo primero que hacia al bajarme del carro era correr a la tierra a revolcarme. Y es que en el D.F. cuando iba a poder bañarme en el río con mis primos, cuando me iba a dar permiso mi papá de ir al centro a tomarme unos jarritos locos (Ups! Ese no fui yo) mientras daba vueltas y vueltas a un quiosco en medio del parque, cuando iba a poder quemar un campo entero de siembra por venir jugando con “triquis” (palomas, cohetes… mmm no doy con la palabra chilanga para “triquis” jajaja) de regreso del rio y cuando iba a poder prender una fogata en medio de mi calle simplemente para platicar con la familia. Nunca.


Y ahora que recuerdo la convivencia con mi familia Chiapaneca no recuerdo ni una sola vez en que haya escuchado un adjetivo despectivo hacia mi lugar de nacimiento. Distrito Federal. (Solo espero haberles correspondido de la misma manera).


Y es que alimentar ese sentimiento difuso, no confesable de odio hacia el chilango es bien fácil. Basta con un: mamá ¿no hay regadera? o un acelerón en un calle de Tuxtla para que provoques ese “Haz Patria, mata a un chilango”.


Pero es que muchas de esas actitudes uno las hace sin pensar… y a la distancia, con el paso del tiempo uno ve las virtudes de manejar sin tráfico, de una hamaca y de un cielo tan estrellado como nunca antes lo habías visto.


Aunque pensándolo mientras escribo, (como quien en el aire las compone… XD) tal vez ese sentimiento de racismo regional (por así llamarlo) es más propio del Norte del país… sentimiento que entiendo si conocen a un chilango que les aplico alguna “tranza” o tiro basura o acelero como loco (aunque aun así, no se debería generalizar), pero lo que no entiendo es el sentimiento a lo bruto… porque así me lo inculcaron… el “no me caes porque yo soy de aquí y tu de allá”, el “tú hablas diferente”, ese definitivamente no lo entiendo.


“En su libro El Cazador de Guachos, José Terán cita la prueba de la cáscara de naranja como un método infalible para descubrir a un sospechoso de origen sureño.


El escritor sonorense señala que cuando lo vea venir hay que arrojarle la cáscara. Si la batea con fuerza (como lo haría cualquier norteño aficionado al beisbol) no hay problema alguno; pero si en cambio la mata con el pecho y la remata de pierna derecha, no hay duda ¡es un guacho!


Mientras que en casi todo el país el término chilango es usado para describir a los nativos del DF, en Sonora guacho es empleado para todos los habitantes del sur desde Sinaloa hasta Yucatán.


El absurdo regionalismo que por años permeó en el ánimo de mi tierra (y que yo mismo padecí al ser hijo de una guacha, de Nayarit), llegó al extremo violento de 1986 cuando apareció el libro de Terán y se dio el caso de un niño que murió tras ser golpeado por sus compañeros sólo por ser de Michoacán.


Juan Israel Bucio de la primaria Benito Juárez, de Hermosillo, era blanco de ataques por ser guachito. Una mañana fue golpeado por sus compañeros y el menor que era epiléptico falleció tras una crisis de convulsiones.


Con el paso de los años, aquel regionalismo y encono sin razón afortunadamente se ha ido diluyendo aunque la expresión de guacho sigue presente en el vocabulario de los sonorenses.”


P.D. Me veo viviendo en cualquier lugar de la república… y me veo viviendo toda la vida en el Distrito Federal- Si que tengo algo de masoquista.


P.D. 2 En el norte también pero antes me mandaría a hacer una playera con la leyenda por delante: “Soy Guacho ¿y qué?” y en la parte de atrás diría: “¡Aguanta! Nada más vine de viaje, ya me voy” XD ¡Just kidding!

viernes, 14 de enero de 2011

De Kalimba, redes sociales y la teoría del primo de un amigo.

“Los seis grados de separación podrían ser el equivalente académico de una leyenda urbana.”


“Sí, yo conocí a Thalía cuando estaba chiquita; vivía en mi colonia y cuando salíamos a jugar allí estaba ella con sus hermanas”. Lo que me sorprendió en ese momento, no fue que el compañero de trabajo con el que platicaba me hiciera dicha revelación, sino la facilidad con la que la conversación había pasado de Maximiliano de Habsburgo a Thalía.


Este es un ejemplo no solamente de una plática inestable, también lo es de la “Teoría de los Seis Grados” la cual intenta probar que es posible acceder a cualquier persona del planeta en tan sólo seis “saltos”. Según esta Teoría, cada persona conoce de media, entre amigos, familiares y compañeros de trabajo o escuela, a unas 100 personas. Si cada uno de esos amigos o conocidos cercanos se relaciona con otras 100 personas, cualquier individuo puede pasar un recado a 10.000 personas más tan sólo pidiendo a un amigo que pase el mensaje a sus amigos.


El mundo es grande sólo en apariencia: tú conoces a alguien que a su vez conoce a alguien que a su vez conoce a alguien… que conoce a Kalimba o a Loret de Mola, da igual (aunque quizás deberíamos revisar con quiénes nos relacionamos si potencialmente podemos contactar con ambos…). Seis pasos entre Josué Ruiz Bazaldúa y Angelina Jolie. Sencillamente asombroso (e inquietante, debo añadir). Aunque la teoría haya cobrado nueva vida gracias a Facebook, en realidad tiene ya cierto recorrido y lleva discutiéndose varias décadas dentro de la sociología y la psicología, con algún que otro experimento realizado al respecto y es que con esto de las redes sociales existe mayor posibilidad de interconectar amistades, conocidos e incluso “Gente famosa”.


P.D. Si alguien conoce a alguien, que conoce a alguien que es muy amigo de Jamiro Quai, Kaley Cuoco o Quentin Tarantino favor de ponerse en contacto conmigo, tengo algunos recados para ellos. (De diversa índole, debo aclarar.)


P.D. II Estos días he escuchado chistes memorables acerca de Kalimba, lo cual demuestra dos cosas: La capacidad del mexicano de hacer de todo un chiste y de hacer leña del árbol caído.