martes, 11 de septiembre de 2012

De mostros...

Tendría unos 4 o 5años y si no, era ridículo que siguiera durmiendo en aquella cuna de madera a los 7 u 8. Estaba en esa cuna que aun recuerdo vívidamente, así como recuerdo aquella noche en la que un pato de peluche  con su enorme pico  me picó, bueno; eso es lo que quedo grabado en mi infantil mentalidad. Recordé esos miedos infantiles gracias a un cuento de Ricardo Bernal que ahora les comparto:

Lucy y el monstruo 
Querido Monstruo:

Ya no te tengo miedo. Mi papi dice que no existes y que no puedes llamar a tus amigos porque ellos tampoco existen. Cuando sea de noche voy a cerrar los ojos antes de apagar la luz del buró y voy a abrazar bien fuerte a mi osito Bonzo para que él tampoco tenga miedo. Si te oigo gruñir en el clóset pensaré que estoy dormida. No quiero gritar como siempre. No quiero que mi papi se despierte y me regañe.

Ya sé que me quieres comer, pero como no existes nunca podrás hacerlo; aunque yo me pase los días pensando que a lo mejor esta noche sí sales del clóset, morado y horrible como en mis pesadillas… Mañana, cuando juegue con Hugo, le voy a decir que te maté y que te dejé enterrado en el jardín y que nunca más vas a salir de ahí. El se va a poner tan contento que me va a regalar su yoyo verde y me va a decir dónde escondió mis lagartijas (siempre ha dicho que tú te las comiste, pero eso no puede ser porque mi papi me dijo que no existes y mi papi nunca dice mentiras).

Voy a dejarte esta carta cerca del clóset para que la leas. Voy a pensar en cosas bonitas como en ir al mar, o que es navidad, o que me saqué un diez en aritmética.

¡Adiós, monstruo!, que bueno que no existas.

Firma:

LUCY

••••••••••••••

Mi pequeña Lucy:

¿Cómo que no existo? Tu papi no sabe lo que dice.

¿Acaso no me inventaste tú misma el día de tu cumpleaños número siete? ¿Acaso no platicabas conmigo todas las noches y te asustabas con los extraños ruidos de mis tripas?

Todas las noches te observé desde el clóset y tú lo sabías… Aunque nunca me viste conocías de memoria mis ojos, mi lengua y mis colmillos; pues todas, todas las noches me soñabas.

Por eso cuando leí tu carta sentí tanta desesperación. Por eso destrocé tus juguetes y me comí de un solo bocado a tu delicioso osito Bonzo.

Lo juro Lucy, tú ya estabas muerta.

Tenías los ojos abiertos y cuando toqué tu barriguita estaba más fría que mi mano. Seguramente te mató el miedo y yo no pude comerte pues no me gusta el sabor de los niños muertos. Lo único que hice fue regresar al clóset y llorar de tristeza hasta quedarme dormido… ¡Pobre Lucy! ¡Pobre Lucy y pobre monstruo solitario!

Ahora tendré que salir de aquí, alejarme de los adultos que cuidan tu pequeño ataúd y dejar esta carta donde puedas encontrarla… Necesito la risa de un niño y necesito el miedo de un niño para seguir vivo.

Por cierto Lucy, ¿dónde dices que vive tu amigo Hugo?

Atentamente:

EL MONSTRUO

- Ricardo Bernal.

P.D. Ya se, ya se;  se escribe monstruos no "mostros", pero eso es lo que menos importa, preguntenle a Lucy.
P.D. II Mendigo pato ¿donde estará? y nada más porque los patosde peluche no escriben, si no...

viernes, 7 de septiembre de 2012

No hagas cosas buenas que...



Seguramente conoces este dicho: "No hagas cosas buenas que parezcan malas".
Seguramente a mi, me lo dijo mi abuelita.
Todas las abuelitas tienen una sabiduría "mágica" que le da un toque especial  a estas frases... digo, no es lo mismo que una amigo de tu edad te lo diga a que una persona “mayor” con sus años y experiencias a cuestas lo haga; pareciera que la atmosfera cambia y en el semblante de esa persona mayor; casi se pueden leer las experiencias que la llevaron a decirte aquella frase.
No se si estoy de acuerdo con este dicho.
En el trabajo uno suele formar relaciones personales ambiguas, uno puede platicar de mil cosas con sus compañeros de trabajo y de nada al mismo tiempo; sabes cuanto tiempo llevan de casados, donde viven, la ultima travesura de sus hijos, donde han trabajado. Y cuando crees saberlo todo:
Todos los días comía con una compañera de trabajo, primero porque había una relación laboral buena y segundo por hacernos compañía. "Un día pagas tu y otro yo"; ese fue el trato. En el lugar donde comíamos ya nos conocían, sabían que íbamos a pedir y hasta casi puedo asegurar, sabían que día le tocaba pagar a cada quien; bueno, eso excepto cuando el esposo de mi compañera le hablaba y le decía que iba a comer con ella.
Compañera de Trabajo: Josuecito, ahora si te quedo mal; voy a comer con el “Pancho” (Como cariñosamente se refería a su esposo).
Yo: No se preocupe (si, le hablaba de usted), yo ahorita veo a donde voy a comer.
CT: ¿Seguro? No quieres ir a comer con nosotros.
Yo: No, como cree; no quiero hacer mal tercio.

(Primer error, no aceptar comer con mi compañera y su esposo.)
Incluso algunas veces cuando Pao llego a visitarme para comer juntos, la invitamos a comer con nosotros; y ella aludiendo la misma sentencia planteada por mí nos decia: No, no quiero hacer mal tercio.
Todo bien ¿no?... eso creía yo.
Un día en el mismo lugar donde siempre comíamos y ya habiendo pedido nuestros alimentos mi compañera de trabajo recibió una llamada… si, de Pancho.
CT (en el teléfono): Si, ¿por donde vienes?... ah... y... ¿si te da tiempo?... y... ¿si quieres venir?... Ok.
Yo: ¿Su esposo?
CT: Si… dice que va a venir a comer.
Yo: Ah, ok.
CT: ...Si te había dicho que es muy celoso ¿No?
Yo: (Aquí es donde se me atoro el pedazo de tortilla que estaba comiendo en ese momento)… ¿Cómo?
CT: Si, ya hasta estoy pensando en cambiarme de mesa.
Yo: Si, mejor.
El lugar donde comíamos ofrece comida corrida: sopa, arroz, guisado y postre. Apenas comíamos la sopa.
CT: ¿Y si te cambias a esa mesa de allá?
Yo: (¿¡Yooo!? Pensé entre mi?) Jajaja, no; si me cambio para allá la voy a ver y me va a dar risa y se la voy a contagiar.

Mi compañera de trabajo recibió otra llamada:

CT (en el teléfono): ¿En donde vienes?... ¿A 5 minutos? Ok.
Yo siendo un exnovioceloso con varias horas de "NCA" (Novios Celosos Anónimos) en franca recuperación, comprendí la situación en la que se encontraba mi compañera de trabajo y le dije: me voy a cambiar allá adentro.
El lugar donde comíamos tenía una estructura muy peculiar, al parecer era una casa antigua con varios cuartos que ahora servían de pequeños comedores, por lo tanto cambiarme a otro “cuarto” parecía lo mas lógico. En ese momento llego la mesera con el segundo tiempo.
Mesera: Le dejo su arroz joven.
Yo: No señorita me voy a cambiar para allá adentro.
M: Ok, ¿les llevo sus platos para allá?
CT: No, nada mas el de él.
M: ¿Porqué?
CT: Es que ahí viene el “Pancho”, mi esposo.

(Tercer error, darle demasiada información a la mesera.)
Una vez en mi mesa, solo y disfrutando de mi arroz:

M: ¿Todo bien? (Con una sonrisita burlona en su cara)
Yo: Si, gracias… ¿Qué cree? Estoy bien mal de la garganta, pero ¿me puede traer una coca bien fría?
M: ¿No quiere una cerveza igual de fría? Digo, para darse valor; por si algo pasa.

(Cuarto error, sonreír ante la broma de la mesera.)
De ahí en adelante mi comida transcurrió entre meseros que se asomaban curiosos a verme comer "solo" en mi mesa y los comentarios con doble sentido por parte de la mesera.
"Amante abandonado"
"Comensal humillado"
"Segundo frente defraudado"
"Capillita"
Parecían ser estos algunos de los cartelones que encima de mi cabeza leían los meseros que paseaban por mi mesa.
Decidí retirarme sin comer el postre.
P.D. En el primer comedor la historia se repitió aunándose las miradas de los demás comensales que ahí estaban y que habían visto como esa "mala" mujer, había llegado a comer con un hombre que había tenido que correr para ocultarlo de su esposo.
(Quinto error, ¡Cero discreción!)

P.D. II "No hagas cosas buenas que parezcan malas",  decía mi abuelita; no se si puedo estar más de acuerdo con este dicho.

P.D. III Gracias a Dios que ya no soy un novio celoso… bueno, tan celoso.