viernes, 7 de septiembre de 2012

No hagas cosas buenas que...



Seguramente conoces este dicho: "No hagas cosas buenas que parezcan malas".
Seguramente a mi, me lo dijo mi abuelita.
Todas las abuelitas tienen una sabiduría "mágica" que le da un toque especial  a estas frases... digo, no es lo mismo que una amigo de tu edad te lo diga a que una persona “mayor” con sus años y experiencias a cuestas lo haga; pareciera que la atmosfera cambia y en el semblante de esa persona mayor; casi se pueden leer las experiencias que la llevaron a decirte aquella frase.
No se si estoy de acuerdo con este dicho.
En el trabajo uno suele formar relaciones personales ambiguas, uno puede platicar de mil cosas con sus compañeros de trabajo y de nada al mismo tiempo; sabes cuanto tiempo llevan de casados, donde viven, la ultima travesura de sus hijos, donde han trabajado. Y cuando crees saberlo todo:
Todos los días comía con una compañera de trabajo, primero porque había una relación laboral buena y segundo por hacernos compañía. "Un día pagas tu y otro yo"; ese fue el trato. En el lugar donde comíamos ya nos conocían, sabían que íbamos a pedir y hasta casi puedo asegurar, sabían que día le tocaba pagar a cada quien; bueno, eso excepto cuando el esposo de mi compañera le hablaba y le decía que iba a comer con ella.
Compañera de Trabajo: Josuecito, ahora si te quedo mal; voy a comer con el “Pancho” (Como cariñosamente se refería a su esposo).
Yo: No se preocupe (si, le hablaba de usted), yo ahorita veo a donde voy a comer.
CT: ¿Seguro? No quieres ir a comer con nosotros.
Yo: No, como cree; no quiero hacer mal tercio.

(Primer error, no aceptar comer con mi compañera y su esposo.)
Incluso algunas veces cuando Pao llego a visitarme para comer juntos, la invitamos a comer con nosotros; y ella aludiendo la misma sentencia planteada por mí nos decia: No, no quiero hacer mal tercio.
Todo bien ¿no?... eso creía yo.
Un día en el mismo lugar donde siempre comíamos y ya habiendo pedido nuestros alimentos mi compañera de trabajo recibió una llamada… si, de Pancho.
CT (en el teléfono): Si, ¿por donde vienes?... ah... y... ¿si te da tiempo?... y... ¿si quieres venir?... Ok.
Yo: ¿Su esposo?
CT: Si… dice que va a venir a comer.
Yo: Ah, ok.
CT: ...Si te había dicho que es muy celoso ¿No?
Yo: (Aquí es donde se me atoro el pedazo de tortilla que estaba comiendo en ese momento)… ¿Cómo?
CT: Si, ya hasta estoy pensando en cambiarme de mesa.
Yo: Si, mejor.
El lugar donde comíamos ofrece comida corrida: sopa, arroz, guisado y postre. Apenas comíamos la sopa.
CT: ¿Y si te cambias a esa mesa de allá?
Yo: (¿¡Yooo!? Pensé entre mi?) Jajaja, no; si me cambio para allá la voy a ver y me va a dar risa y se la voy a contagiar.

Mi compañera de trabajo recibió otra llamada:

CT (en el teléfono): ¿En donde vienes?... ¿A 5 minutos? Ok.
Yo siendo un exnovioceloso con varias horas de "NCA" (Novios Celosos Anónimos) en franca recuperación, comprendí la situación en la que se encontraba mi compañera de trabajo y le dije: me voy a cambiar allá adentro.
El lugar donde comíamos tenía una estructura muy peculiar, al parecer era una casa antigua con varios cuartos que ahora servían de pequeños comedores, por lo tanto cambiarme a otro “cuarto” parecía lo mas lógico. En ese momento llego la mesera con el segundo tiempo.
Mesera: Le dejo su arroz joven.
Yo: No señorita me voy a cambiar para allá adentro.
M: Ok, ¿les llevo sus platos para allá?
CT: No, nada mas el de él.
M: ¿Porqué?
CT: Es que ahí viene el “Pancho”, mi esposo.

(Tercer error, darle demasiada información a la mesera.)
Una vez en mi mesa, solo y disfrutando de mi arroz:

M: ¿Todo bien? (Con una sonrisita burlona en su cara)
Yo: Si, gracias… ¿Qué cree? Estoy bien mal de la garganta, pero ¿me puede traer una coca bien fría?
M: ¿No quiere una cerveza igual de fría? Digo, para darse valor; por si algo pasa.

(Cuarto error, sonreír ante la broma de la mesera.)
De ahí en adelante mi comida transcurrió entre meseros que se asomaban curiosos a verme comer "solo" en mi mesa y los comentarios con doble sentido por parte de la mesera.
"Amante abandonado"
"Comensal humillado"
"Segundo frente defraudado"
"Capillita"
Parecían ser estos algunos de los cartelones que encima de mi cabeza leían los meseros que paseaban por mi mesa.
Decidí retirarme sin comer el postre.
P.D. En el primer comedor la historia se repitió aunándose las miradas de los demás comensales que ahí estaban y que habían visto como esa "mala" mujer, había llegado a comer con un hombre que había tenido que correr para ocultarlo de su esposo.
(Quinto error, ¡Cero discreción!)

P.D. II "No hagas cosas buenas que parezcan malas",  decía mi abuelita; no se si puedo estar más de acuerdo con este dicho.

P.D. III Gracias a Dios que ya no soy un novio celoso… bueno, tan celoso.






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