viernes, 20 de julio de 2018

Hermanos



No recuerdo haber sido uno de esos niños que resintió la llegada de un nuevo integrante a la familia, de esos que golpean al nuevo bebé, o que se ponen celosos al ver al "nuevo" en brazos de mamá.

Aún peor, y en mi contra; no recuerdo eso, así como no recuerdo haberlos abrazado cuando fueron bebés, o haber estado emocionado porque ya tenía con quien jugar, o brincar de alegría porque "eran niños en vez de niñas". En conclusión no tengo muy buena memoria de los 0 a los 7 años. Quizá, mis papás podrían contarnos algo acerca de esos años. Me gustaría escucharlos contarme algo acerca de esos años.

Fueron dos las oportunidades que tuve para forjar esos recuerdos. Con Juan David y con Jorge Alberto, mis dos hermanos. ¿Porque yo solo tengo un nombre? Gracias a Dios... Mis papás pensaban llamarme Josué Moisés. 

Lo que si recuerdo es estar celoso porque mis dos hermanos jugaban juntos en un equipo de hockey sobre pasto y es que era tanta la química que ambos tenían por su edad que hasta los llegaron a vestir como gemelitos.

Recuerdo haber mojado a nuestro vecino en el patio trasero y huir corriendo escalando un árbol hasta el techo de nuestro baño y desde ahí observar como en un gracioso accidente nuestro vecino tomaba venganza mojando a mamá creyendo que nos mojaba a nosotros.

Recuerdo patear tus pies mientras usabas patines y provocar tu caída, recuerdo levantarte arriba de mis hombros y tratar de hacerte un  "spinnig piledriver" en la cama de nuestros papás, movimiento que habíamos visto hacer a Zangief en Street Fighter II; recuerdo echarte talco en los ojos, frijoles hirviendo en el pecho. (No me juzguen todo esto lo hice sin afán de lastimar a ninguno de mis hermanos).

Recuerdo tocar "Take five" los tres juntos en aquel evento en el que a nadie parecía importarle cuantas veces me equivocaba en el obligado. 

Recuerdo la fiesta zombie que me organizaron y que tanto me gustó. 

Recuerdo asistir a tu escuela y comer los más deliciosos platillos, y al ver como te manejabas y tomabas el liderazgo de tu equipo haciendo que todo saliera mucho mejor, recuerdo sentirme muy orgulloso de ti. 

Recuerdo cargarte en brazos y subirte al auto mientras sufrias una crisis al llevarte al hospital, orando y pidiendole a Dios que tus manos entumecidas volvieran a tocar el bajo como solo tu lo sabes hacer.

Recuerdo llorar al cargar a Leo, esa extensión tuya tan perfecta.

Ahora, aquí en el hospital; siempre recordaré como en voz baja oraba por ti, tan bajito como para que no me escucharas llorar.

Espero que ustedes tengan buenos recuerdos de mi. 

Los amo.

Te amo Juan. 

Te amo Jorge. 




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